Las flores de las leguminosas son especialmente atractivas para los insectos polinizadores, sobre todo para las abejas.
Cuando se aproximan a la flor lo primero que atrae su atención es el estandarte por su tamaño y llamativas marcas de colores, a partir de ahí es mucho má fácil que el insecto se fije en las alas y la quilla, que es el lugar correcto por el que la abeja debe de penetrar en la flor para alcanzar el néctar y para que algunas decenas de granos de polen queden adheridos a los pelos de sus patas y cuerpo.
Estas flores se fotografiaron en un margen próximo a un campo de cultivo en los Montes Torozos (Valladolid).